lunes, 21 de octubre de 2019

Diversión, sexo y horror

Parte 6


- 21-
Acecho

Después que lograra que Quatre se calme, Heero prosiguió a guiar a su amigo hacia algún sitio seguro, aunque dudaba que aquel existiera en ese horrible bosque. Al menos la quietud que los embargó ayudaba a calmar los nervios, pero la esperanza decaía a la vez, sin rastro de Traize y temieron lo peor

- Quatre, escúchame. Necesitamos ir a la cabaña de Milliardo – habló Heero cuando se detuvo, pero su amigo parecía ido – Reacciona 

- Ya no quiero seguir, prefiero morir

- No digas tonterías, anda – sujetó su mano con fuerza, el rubio se sobresaltó, por un instante fue como sentir a su novio sujetarlo, miró a su amigo y comenzó a llorar

- No podré vivir sin él – chillón decaído, pero Heero lo levantó

- Duo murió sin que pudiera hacer nada por él, te salvaré, así sea lo último que haga

Quatre se asombró por aquellas palabras llenas de nostalgia y determinación, secó sus lágrimas y asintió. Los dos echaron andar deprisa, en la cabaña de Milliardo posiblemente se encontrarían con las llaves de su camioneta, en la que llegaron ellos, ya que el auto de Traize explotó junto con el ojiverde.

Unos ojos en la oscuridad los siguieron, si esos dos pretendían salir con vida de aquel lugar de muerte y horror estaban equivocados. La risa retumbó en el sitio, logrando que el par de fugitivos se detuviera, el rubio tembló de miedo y apretó la mano de Heero

- No podrán huir, tendré sus almas impuras en mis manos

- No prestes atención – pidió el de ojos cobalto a Quatre, este afirmó y se alejaron nuevamente

La temperatura comenzó a descender de una forma tan abrumadoramente rápida que les hizo detenerse de golpe, compartieron una mirada. Las hojas de los árboles se agitaron en un presagio de muerte, no muy lejos de ellos los arbustos se movieron, como si escondiesen entre sus hojas una criatura al acecho

- Continuemos – avanzó un paso pero Quatre no se movió, por alguna razón no pudo hacerlo, su mirada perdida entre las sombras – ¡Vamos! – jaló de nuevo al otro, pero desistió cuando vio algo salir del arbusto, sus pupilas se dilataron debido al horror

- 22 -
Socorro

Abrió los ojos en medio de la noche, despertando de pronto, confundido y mareado, sintiendo frío en la piel, sobre todo el rostro que tenía descubierto. Apartó las sábanas sobre su cuerpo y bajó los pies a la orilla de la cama, sudaba pese a estarse congelando, alzó la vista y vio la ventana de la habitación abierta.

Se puso de pie y avanzó hasta cerrarla, volviendo a la cama. Estiró la mano y agarró su teléfono celular que descansaba al otro lado, miró una notificación

- Llamar a Traize por la mañana – leyó en la pantalla – Cierto, debo asegurarme que el tonto de mi hijo no haya destrozado todo el lugar con esos amigos suyos

Agobiado talló su rostro y volvió a acostarse, durmiendo enseguida, sin problema alguno.

- 23 -
Los últimos

- ¡Corre! Tienes que apresurarte – gritó Heero a Quatre, se habían soltado las manos y echaron andar despavoridos luego de haber tenido que hacer aquello tan horrible.

Mientras huían de lo inevitable recordó la terrible imagen que se presentó ante ellos. De entre los arbustos salió Traize, el rostro empapado de sangre, al igual que Wufei, las cuencas de los ojos vacíos, pero no era solo su rostro el maltrecho, su estómago con una herida abierta brotando el líquido carmesí, las vísceras saliendo mientras él intentaba retenerlas dentro, gimiendo agónicamente de dolor.

No hubo nada que hacer por él, lo único humanamente posible era asesinarlo y Quatre no tuvo el valor, así que no tuvo más remedio y fue Heero quien hizo aquella hazaña, lo rodeó hasta colocarse atrás de él y le rompió el cuello, la muerte no fue instantánea, pero no sufrió tanto como por sus heridas. Luego de eso oyó la risa malévola de la mujer en su cabeza y le pidió a su amigo que echara a correr.

Ambos huyeron sin ver de quien, solo corrieron hasta llegar a la cabaña de Milliardo, pero les costó trabajo abrirla, como si algo desde su interior se los impidiera

- ¡Las ventanas! – sugirió Quatre

Los amigos rodearon la cabaña, sin separarse, cada uno agarró un tronco del suelo y comenzaron a golpear las ventanas hasta que ambas se quebraron, entonces entraron, el cuerpo inerte y colgado de Wufei los observaba, aunque no tenía ojos, era como si les siguiera con la mirada. El rubio vomitó, horrorizado de volver a verlo

- Busquemos de prisa – ordenó Heero y su amigo no tuvo más remedio que recuperarse, así que comenzó a buscar también

Husmearon entre las cosas de Milliardo, voltearon sus cajones y revisaron la ropa, pero nada de las llaves de la camioneta

- ¡Maldita sea! – gritó furioso el castaño

- ¿Qué vamos hacer?

- Lo primordial es permanecer juntos – miró sus asustados ojos y por segundos vio a Duo, no como una alucinación, sino como si realmente estuviera ahí

- ¿Qué pasa? – preguntó consternado

- Nada – confundido agitó la cabeza – Vamos a la cabaña de la administración, hay un teléfono ahí

-

Otra vez se tomaron de las manos y salieron, esta vez por la puerta, que ya no les costó trabajo poder abrir.

Del otro lado de la habitación, justo debajo de la cama, estaban las llaves de la camioneta, mientras una risa maliciosa se jactaba de haber salido victoriosa una vez más.


Continuará…


Notas de Autor: ¡Hola! No pregunten por qué xD pero me dio por actualizar este fic, ya solo habrá un capítulo más y espero subirlo antes del 31 de octubre, si no ya saben, cinco años después quizás vuelva (?) jajaja no se crean. Dejen comentarios :)


Siguiente capítulo

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