Lo que el viento se llevó
Capítulo 17. Cadena de dolor
Aunque había tocado el
timbre numerosas veces y llamado a la puerta con fuertes golpes, Quatre no
recibe respuesta alguna, tampoco es que creyera firmemente que había alguien
ahí puesto que había tenido un mal presentimiento, pero no sabía qué hacer, a
quien recurrir, los teléfonos sonaban pero nadie podía oírlos, ni contestarlos.
De pronto un helado temblor le hizo caer de rodillas frente a la puerta de
entrada, sentía un frío que nunca antes había sentido, sus lágrimas volvieron a
caer, Trowa estaba mal, lo presentía, Trowa, a su Trowa algo le había sucedido
y estaba seguro que no era bueno
Leia. ¿Quatre?
La voz de la tía del
ojiverde se escucha frente a su espalda y Quatre voltea rápidamente hacia ella,
la mujer sostenía una maleta en su mano derecha y al ver los ojos llorosos del
rubio siente también un terrible escalofrío, aventando la maleta se acerca al
chico y le coloca ambas manos sobre los hombros, mirándolo fijamente a los ojos
Leia. ¿Qué sucede? Dímelo
Quatre. No lo sé, sentía
que algo no estaba bien, nadie contestó mis llamadas y no hay nadie en casa
Leia. Dios mío, espera
Rápidamente y con manos
torpes la mujer saca su celular y marca al celular de Catherine, ambos se
quedan esperando alguna respuesta, pero gracias al silencio logran oír una
conocida canción que provenía desde el interior de la casa, con mirada de
derrota Leia voltea a ver a Quatre y se aleja el celular de la oreja
Leia. Lo dejó aquí
Quatre. ¿Y ahora?
Aunque aún estaba bastante
nervioso, debía reconocer que la presencia de la tía de su novio le
tranquilizaba un poco, ella seguramente sabría qué hacer, y así era,
volviéndole el brillo a los ojos, la mujer vuelve a marcar un número, ésta vez
alguien le contesta del otro lado y eso devuelve la esperanza a su rostro.
Quatre se da cuenta que la tía de Trowa había llamado al Hospital donde siempre
se atendía a los miembros de esa familia, por segundos la mujer estaba callada,
escuchando a la persona del otro lado, el rubio estaba intranquilo, se moría
por saber que estaban diciéndole a la mujer. De pronto el rostro de ella le
hace entender todo, más aún cuando Leia cierra los ojos unos instantes y
después los abre llevándose la mano desocupada hacia la boca, después de
agradecer cuelga el teléfono y dirige su mirada hacia Quatre unos instantes
después
Leia. Esta allá, tuvo una
especie de ataque
Quatre. Pero ¡¿Está bien?!
Leia. Está vivo, si a eso
te refieres
Quatre. Trowa…
Armándose de valor, Quatre
suspira profundo y después se pone de pie, voltea a ver a la mujer con mirada
decidida
Quatre. Vamos a verle
Leia. Sí, vamos
Sin pensárselo mucho, los
dos se apresuran a ir hacia el auto de Leia, Quatre deja el suyo frente a la
casa y enseguida se marchan, la tía de Trowa intentaba irse despacio y
tranquila, pero la situación se lo impedía, no se sacaba de la cabeza a su
sobrino, a su mente llegaban miles de imágenes, de cuando él y Catherine eran
apenas unos niños, imágenes del sepulcro de su hermana mayor, imágenes de
cuando había jurado frente a la fría lápida de los padres de Trowa y Catherine
que les cuidaría como si fueran también sus hijos, imágenes de su cuadro de
familia feliz, los cuatro, sanos y salvos. El rubio estaba absorto en sus
propios pensamientos, pero aun así alcanza a ver las lágrimas que bajan de los
ojos de la mujer y empapan sus mejillas…
Aunque había ido a la
escuela y se había ocupado en otras actividades, Heero no sacaba de sus
pensamientos a Duo y lo mal que le había tratado en la mañana, pensaba en lo
estúpido que era al pensar cosas tontas con respecto a Quatre y Trant, si era
obvio que el rubio y su mejor amigo se amaban, que ese amor era tan grande que
Quatre estaba dispuesto a estar al lado de Trowa hasta el día que muriera. De
pronto recordó ese triste hecho, Trowa moriría, tarde o temprano la enfermedad
que tenía iba a acabar con él, sintió una punzada en el pecho, como si ya lo
estuviera enterrando, sintió terror de esos pensamientos, casi al grado de
borrar por completo a Duo, de quien volvió a acordarse para disipar los
pensamientos oscuros que tenía sobre su mejor amigo, o mejor dicho, su único
amigo
Heero. Qué tontería ¿Por
qué me siento inquieto? No debí tratar así a Duo, soy un idiota, un grandísimo
idiota
El ojiazul acababa de abrir
la puerta de su departamento, al cual acababa de llegar después de haber ido a
la escuela. Después de cerrar la puerta dejó su mochila sobre una silla del
comedor y se dirigió hacia el teléfono de la sala, marcó al departamento de
Quatre pero nadie le contestó, le resultaba muy extraño, no tanto por el rubio,
sino por Duo, de quien sabía no salía mucho y además no era día que le tocara
presentar algún examen, nuevamente la sensación de inquietud le embarga.
Decidido a no pensar estupideces cuelga y enseguida marca otro número, ésta vez
era el del celular de Trowa, sabía que difícilmente Duo estaría con él, pero
tenía la ligera sensación de que su amigo podía darle algún dato de interés,
sin embargo tampoco el ojiverde le contesta, entonces se pone un poco nervioso,
lo cual no era muy común en él porque la mayoría de las veces solía mantener la
calma
Heero. ¡Demonios!
Enojado deja el teléfono en
su base, golpeándolo al hacerlo, odiaba estar incomunicado, hace unos años le
habría valido si nadie estaba a su alrededor, si nadie le llamaba o si no
hablaba con nadie, pero ahora no, tenía personas que se preocupaban por él y
por las cuales preocuparse. Aún a pesar de estar inquieto decide esperar,
seguramente Duo le llamaría más tarde por teléfono y entonces él le pediría
perdón, con ese pensamiento se deja caer pesadamente en el sillón y cierra sus
ojos, sin darse cuenta se queda dormido…
Al llegar al Hospital donde
tenían a Trowa, la tía de éste y el rubio llegan a la sala de espera donde
estaban sentadas Catherine y Mariemaia, al ver llegar a su mamá, la niña se
levanta rápido de la silla y corre hacia ella, abrazándola por la cintura y
comenzando a llorar, Quatre al ver la escena busca la mirada de Catherine en
busca de una explicación, la chica le sonríe débilmente antes de comenzar a
derramar lágrimas, Quatre se acerca y la abraza
Leia. Ahora vuelvo
La mujer se aleja para
acercarse al médico con quien había hablado media hora antes, después de unos
momentos de conversación, la tía regresa, dirigiendo su mirada hacia Catherine,
la chica también la mira
Leia. Podemos pasar dos,
vamos hija
Catherine. No puedo
Leia. ¿Qué dices?
Catherine. No estoy
preparada para verlo, siento que…
Sin terminar su frase la
pelirroja suelta el llanto, ésta vez no se aferra al cuerpo de Quatre, solo se
vuelve a sentar y agachándose cubre su rostro con ambas manos, Leia comprende a
su sobrina y entonces voltea hacia el rubio
Leia. Es obvio que
Mariemaia no puede, vamos
Quatre. Sí
A diferencia de la chica,
el rubio se moría de ganas por ver a Trowa, de cerciorarse que estaba con bien,
o por lo menos vivo como expresaba cruelmente la tía de su novio, por eso
decidido la sigue. Después de un pasillo que les pareció más grande de lo que
era, llegan a una habitación, la cual le habían dicho a la mujer que estaba su
sobrino, respirando profundamente abre la puerta, frente a ella y frente a
Quatre estaba una solitaria cama donde Trowa estaba acostado, una enfermera los
ve llegar y deja unas cosas sobre la charola junto a la cama, se dirige a la
puerta y después de sugerirles que no lo perturben se marcha, los visitantes
cierran la puerta y después se acercan a la cama, el ojiverde miraba por la
ventana, parecía como si ignorara que estaban ellos ahí, Quatre sonríe al ver
que está bien
Leia. Trowa cariño
Trowa. ¡Váyanse!
En un tono que no era el
suyo el ojiverde sorprende a sus visitas con aquella petición que parecía más
bien una orden, Trowa no era alguien que perdiera así los estribos, mucho menos
cuando no había una razón
Quatre. Pero amor…
Trowa. No te quiero ver,
lárgate
Sintiendo que toda su
sangre se va hasta sus pies, el rubio se lleva una mano al pecho, quedándose
completamente mudo, hasta Leia estaba sorprendida, Trowa más que nadie protegía
y cuidaba de Quatre como se cuida a lo más valioso del mundo, ahora le gritaba
y no quería verlo
Quatre. Lo siento pero me
quedo, voy a estar a tu lado, pase lo que pase porque te amo
Trowa. No, tu no quieres
estar aquí… tu no quieres verme así
Quatre. Está claro que me
duele pero yo…
Trowa. ¡¿Es esto lo que
quieres?!
El ojiverde voltea por fin
a verlos, girando su cabeza hacia ellos rápidamente, haciendo que su tía no
evite sofocar un grito mientras las pupilas de Quatre se expanden gradualmente,
Trowa tenía el ojo derecho sobresalido de su cavidad, no lograba parpadear,
parecía como si estuviera paralizado, los vasos capilares resaltaban y su ojo
parecía estar teñido de sangre, sus pupilas no miraban nada. Trowa sonríe
amargamente
Trowa. ¿Es así como me
amas?
Había olvidado la tontería
de Trant, después de pensarlo tras recuperar la conciencia, se había dado
cuenta que lo estaba interpretando mal, que era un tonto por dejarse cegar por
los celos, Quatre no se lo merecía, mucho menos al verlo ahí frente a él, sobre
todo cuando lo ve sonreírle conciliadoramente, mirándole con ternura, el rubio
se acerca a él sin importarle nada y lo abraza, comenzando a llorar sobre su
hombro
Quatre. Tonto, tonto,
tonto, no digas cosas así. Yo te amo a pesar de todo
Trowa. Quatre… perdóname…
A pesar de siempre haber
sido un hombre fuerte, Trowa no trata de inhibir sus lágrimas, quería llorar,
compartir con el rubio el dolor, aun cuando solo uno de sus ojos es capaz de
hacerlo. Leia mira con asombro la escena, antes estaba cegada por los
prejuicios, detestaba que su único sobrino varón fuese homosexual, no soportaba
la idea, pero nunca se había dado cuenta de la fortaleza que ese amor le daba,
de la ternura que había en ese amor que sentían él y Quatre, y que a pesar de
todo, el rubio jamás le daría la espalda, ese sí era un amor digno de orgullo,
poco importaban las preferencias, ahora agradecía que su sobrino hubiese
encontrado a alguien como Quatre…
Cuando abre sus ojos se
sorprende al ver el reloj y darse cuenta que había dormido por casi tres horas,
con calma se sienta sobre el sillón donde se había quedado dormido y se talla
la cara con las manos, segundos después se levanta y se dirige al baño, después
vuelve a tomar el teléfono y marca al departamento, nadie contestaba; vuelve a
marcar a casa de Trowa y el mismo resultado aparece; preocupado baja el
teléfono y lo mira
Heero. Esto no me agrada
Como último recurso marca
el celular de Quatre, oyendo con pesadez el molesto mensaje de operadora que le
dice que el celular se encuentra apagado o fuera de cobertura, enojado arroja
el teléfono al sillón, agarra sus llaves y sale del departamento, estaba
inquieto, miles de pensamientos rondaban su mente, no sabía a qué se debía pero
presentía que algo no estaba bien, quizás con Duo o quizás con Trowa, quizás
con Quatre, con algo, pero las cosas no estaban bien y él comenzaba a
preocuparse cada vez más... Después de haber tomado el transporte público que
lo lleva a casa de Trowa, el ojiazul se preocupa todavía más cuando ve aparcado
el auto de Quatre y nadie abría la puerta. Aunque sabía que nadie abría, Heero
continuaba tocando el timbre hasta que se cansa, sin saber que hacer se sienta
en el escalón que separaba la banqueta de la entrada, necesitaba pensar que
hacer. Momentos después oye unos pasos ligeros y levanta la cabeza, sintiéndose
aliviado cuando ve a Catherine y a su prima llegar, enseguida se levanta y se
acerca
Heero. ¿Qué ha pasado?
Al oír la pregunta la chica
desvía la mirada, enseguida Heero lo entiende, sintiendo verdaderas todas sus
sospechas, el chico coloca sus manos sobre los hombros de la muchacha y ella
voltea a verle, aún con los ojos cristalinos
Catherine. Tuvo un ataque,
fuerte ésta vez, él estaba...
Heero. Tranquila... ¿está
en aquel Hospital de la otra vez?
Catherine. Sí
Heero. Voy hacia allá,
cuídense
Dejando atrás a las chicas,
Heero se va corriendo a la avenida más cercana para tomar un taxi, tiene suerte
y pasa uno en pocos minutos, dando la indicación al chofer del lugar se dirige
hacia allá, estaba preocupado por Trowa, pero por otra parte se sentía un poco
aliviado, si Quatre no contestaba el teléfono era porque seguramente estaba en
el Hospital, por lo tanto Duo estaría con él, eso explicaba por qué nadie
contestaba en el departamento.
En la habitación del
departamento de Wufei se encontraba Duo, acostado en la cama, ya con sus ropas,
Wufei le había querido prestar algo ya que tenían una complexión parecida, pero
el trenzado no había querido usar ropas del pelinegro, Duo estaba con el rostro
escondido entre la almohada, no quería ver nada, a su alrededor, a Wufei, nada,
ya no lloraba pero seguía triste, pensando en las cosas que ya no haría, en las
personas que ya no vería. Wufei estaba al lado de la cama, sin hablar, había
intentado que el chico comiera, pero eso tampoco había querido. Por otra parte
estaba Traize, mirando por la ventana de ese cuarto, temía que Duo se escapara,
por eso estaba ahí
Wufei. Es tarde Duo, tienes
que comer
Como si no le oyera, Duo
permanece igual, sin contestarle, Wufei agacha la mirada, se sentía culpable,
jamás había sido testigo de la crueldad del hombre al que amaba, no era normal,
lo sabía, Traize necesitaba ayuda y él lo había ayudado, pero de la manera
equivocada, condenando a un inocente a un tormento que no se merecía, Duo era
un chico dulce, compasivo, y él, un ser cruel y egoísta que lo había arrastrado
a un sufrimiento del que Duo ya solo quería olvidar, no revivir. Tal vez Traize
era agresivo, pero no hubiera podido atrapar a Duo si él no le hubiera dicho
que estaba en esa ciudad, por eso él era peor que Traize. La culpa le llena
nuevamente, su cuerpo temblaba y sus lágrimas nuevamente veían la luz
Traize. Déjalo, es un
idiota, siempre fue así
Los ojos azules miraban con
desdén a Duo, Wufei se gira hacia quien fue antes su amante y le mira
duramente, después se levanta de la silla y sale del cuarto, Traize le mira
salir y después mira a Duo nuevamente
Traize. Mira idiota, si
sales por la ventana te juro que te arrepentirás
Nuevamente Duo no contesta
nada, se queda en silencio, el trenzado oye que su esposo sale y levanta un
poco la cabeza, mira por la ventana y el árbol frente a ella le da una idea de
la altura, debían estar en un tercer piso, no estaba alto y el árbol era de
ayuda, siente un rayo de esperanza, cuando Traize tuviera un descuido entonces
escaparía. Cuando Traize lo había llevado no había puesto atención en cuantos
pisos habían subido... Wufei estaba en la cocina, guardando en el refrigerador
la comida que estaba en la estufa, ahora ya fría, Traize se acerca a él,
mirándolo fijamente, el pelinegro lo había oído llegar pero no quería voltear a
verlo
Traize. ¿Ahora me ignoras?
Wufei. Soy un idiota
Traize. ¿De qué hablas?
Por fin el ojinegro voltea
hacia Traize, dirigiéndole una mirada casi de odio, una mirada de desilusión
Wufei. Por ayudarte en algo
tan perverso, no puedo creer que lo violaste, y está golpeado ¿Qué te sucede?
Traize. Es mi esposo
Wufei. ¿Y por eso le haces
esto? No creí que fueras tan...
Enojado Traize se acerca a
él antes de que continúe, sujetándole el cuello sutilmente con su mano
izquierda, Wufei le mira asombrado, los ojos azules le miraban con el odio que
jamás le había mostrado a él
Traize. ¿Tan qué? ¿Tan
malo? ¿También crees que soy malo? ¡Contesta!
Wufei. Basta, me haces daño
Sin darse cuenta, Traize
apretaba el cuello de Wufei, al oírlo hablar afloja un poco su mano, sin dejar
de mirarlo duramente, los ojos negros se apartan de los azules, Wufei sube sus
manos hasta el brazo de Traize y después vuelve a mirarlo
Wufei. Hagamos un cambio
Traize. ¿De qué me estás
hablando?
Wufei. Ya no lo maltrates,
hazme lo que quieras a mí
Sorprendido por aquella
propuesta, Traize intenta soltar el cuello de Wufei, pero las manos de éste en
su brazo se lo impiden, las lágrimas aún seguían reflejadas en sus ojos, Traize
siente como si le golpearan el estómago, no podía hacerle eso a Wufei, no a él.
Después de mirarlo un rato, con su mano desocupada le sujeta la cintura sin que
Wufei lo suelte a él del brazo
Traize. No digas tonterías
Wufei. ¿Por qué lo haces
Traize? ¿Por qué? ¿Es porque a él lo amas? ¿Solo te produce placer golpearlo a
él?
Traize. Cállate, no me
produce placer
Wufei. ¿Entonces por qué lo
haces?
Traize. Porque él es mío
La respuesta de Traize deja
sin palabras a Wufei, el chico hubiera esperado más que Traize le dijera que
amaba a Duo, quizás que lo odiaba, pero no imaginaba que para Traize, Duo era
más una propiedad que una persona, nuevamente se siente miserable por haber
llevado al trenzado a la cueva del oso
Wufei. Ya veo, entonces no
lo amas
Dentro de toda su culpa y
tristeza, la parte retorcida de él le hace sentir felicidad al saber eso. Sus
manos se aflojan del brazo de Traize y desvía su mirada, el ojiazul también le
suelta del cuello, sujetando aún su cintura
Wufei. Entonces tú...
Traize. ¡Yo no amo a nadie!
Con el mismo desdén de
antes, Traize suelta a Wufei, aventándolo ligeramente, el pelinegro lo mira
desconcertado, Traize le da la espalda
Traize. Con tu ayuda o sin
ella ¿me oíste? Me llevaré a Duo ésta semana
Sin decir nada Traize
avanza nuevamente hacia la habitación, el trenzado no había escuchado completa
la conversación, solo había oído cuando hablaban en tono alto. Wufei en la
cocina se queda pensativo, Traize tampoco lo amaba a él, eso le hacía sentir
triste. Ahora se daba cuenta de la clase de persona que era el hombre que
amaba...
Al llegar al Hospital, de
prisa Heero había preguntado por la habitación de Trowa, encontrando respuesta
inmediata, caminando rápido pero sin correr llega hasta el lugar indicado,
sentada ve a la tía de su amigo, ella lo mira y se levanta, al llegar Heero ahí
pregunta enseguida por su amigo, Leia tarda un poco en contestarle
Leia. Está estable pero
sufrió un fuerte ataque y perdió las funciones de un ojo
Heero. Entiendo
Leia. Heero hijo, hay algo
que no le quise contar a Quatre
Heero. ¿Qué pasa?
Preocupado Heero mira
intensamente a la mujer, ella calla unos momentos antes de contestarle,
sentándose antes de hacerlo e indicándole a Heero que también se siente, el
ojiazul así lo hace sin dejar de mirarla, Leia suspira y luego nuevamente lo
mira a los ojos
Leia. El doctor me dijo que
al inicio de la enfermedad ésta avanzaba lenta. Pero en tan solo unos días se
ha ido degenerando a una velocidad muy grande... él no cree que Trowa viva
mucho, quizás días. Heero, él quizás pierda sus demás funciones de igual forma
que su ojo
Antes de que Heero tuviera
una reacción apropiada, Leia gira un poco su cabeza y comienza a llorar,
dándole el tiempo necesario al chico para que asimile lo que acababa de oír,
las pupilas de sus ojos estaban extrañamente dilatadas y su mirada fija al
vacío, los sollozos de la mujer le llegaban a los oídos como si fueran emitidos
a la gran distancia, sin pensar nada se levanta enseguida del asiento, dándole
la espalda a Leia, instintivamente se pasa una mano por el cabello, intentaba
pensar en algo concreto, pero las ideas se arremolinaban en su mente como un
huracán, no tenían forma, y él sentía que se le acababa el aire
Heero. Trowa…
Logró susurrar tras unos
minutos, después se giró hacia la mujer y acercándose a ella se agachó,
colocándole las manos sobre los hombros, Leia le miró fijamente con los ojos
bañados en lágrimas
Heero. ¿En qué cuarto está?
Leia. 52, Quatre está con
él
Sin decir nada más, ni
siquiera las gracias, Heero se va enseguida hacia donde se encontraba su amigo,
rumbo a la habitación sentía que la boca se le secaba cada vez más, saber que
su amigo moriría no era noticia, pero el hecho de que el doctor no tuviera
esperanzas de que sobreviviera no más de un par de días le resultaba
desconsolador, increíble, no quería aceptar que en unos días su mundo seguiría
su rumbo sin Trowa…
Al abrir la puerta se encuentra con el rubio, cuya cabeza
estaba apoyada sobre la cama, justo al lado de la mano derecha de su novio,
quien estaba dormido, Quatre levanta la cabeza cuando escucha que la puerta se
abre, levanta su cabeza y después de sonreír se seca algunas lágrimas, se
levanta de la silla y se acerca a Heero, el ojiazul no apartaba su vista del
durmiente cuerpo de su amigo, ni siquiera reparaba en el hecho de que Quatre se
había levantado y dirigido a él, Heero reacciona cuando el rubio está bastante
cerca de él
Quatre. No hace mucho que
se quedó dormido, los dejo solos
Heero. Sí
En silencio el rubio se
aleja de Heero y después sale de la habitación, pasados unos momentos Heero
camina hacia la cama y se queda de pie al lado de la misma
Heero. Trowa…
Estirando su mano hacia la
cama, logra tomar la mano de su amigo contra la suya, sin darse cuenta que la
estaba apretando más de lo requerido, sin soltarlo se hinca a su lado,
mirándolo fijamente, cientos de recuerdos acudían a él, la mayoría entre los
mejores de su memoria, por primera vez un inquietante escalofrío le inundó el
ser, pero era incapaz de llorar, aun cuando todo su cuerpo se estremecía al
sentir la fría mano de Trowa, incluso porque le veía su ojo, abierto, inerte
Heero. Perdóname…
Bajando lentamente logra
apoyar su frente contra la mano que apretaba, cuyos dedos bajo los suyos
mostraban un signo de movilidad, a pesar de sentirse apenado por aquello, no
levanta su cabeza y permanece en esa posición por un tiempo…
Después de unos minutos
Heero regresa a donde se encontraba Leia, ahora Quatre con ella, el rubio solo
voltea al ver al amigo de su novio
Quatre. ¿Todo bien?
Heero. Sí
Leia. Chicos, voy con él
Quatre. Sí
Transcurridos unos momentos
de escalofriante silencio, Heero se da cuenta de que algo no estaba del todo
bien, entonces se acuerda que no ha visto a Duo ahí, así que voltea hacia
Quatre, quien enseguida le responde la acción
Quatre. ¿Qué sucede?
Heero. ¿Dónde está Duo?
Quatre. ¿De qué hablas?
Contigo ¿no?
Heero. No
Quatre. ¿Bromeas?
Reaccionando enseguida el
rubio se pone de pie sin dejar de mirar a Heero
Quatre. No me digas que no
fue a tu departamento en la mañana ¿o sí?
Heero. Si fue pero… bueno,
discutimos, él se fue
Quatre. Al departamento no
volvió Heero, antes incluso de la comida me salí de casa, déjame llamar
Sin querer parecer nervioso
Quatre saca su teléfono celular y marca al departamento, después de dos timbres
el auricular es descolgado, pero no era Duo quien lo había hecho, sino Trant
Trant. ¿Eres tú Quatre?
Quatre. Trant ¿Duo está
contigo?
Enseguida Heero pone mirada
de alerta, observando detenidamente a Quatre
Trant. No, no regresó, yo
me quedé aquí para saber qué había sucedido
Quatre. Trowa tuvo un
ataque, después te cuento, adiós
Sin esperar respuesta colgó
el teléfono y volteó hacia Heero, el cual lo observaba duramente, como si
estuviera dispuesto a recriminarle
Quatre. No regresó, Trant
no se ha movido del departamento
Heero. ¿Dónde estará?
Quatre. Me confié, creí que
seguía contigo, y con todo esto no me acordé ni de avisarles
Heero. Algo le pasó
Quatre. No pienses eso
¿estará afuera de tu departamento esperándote?
Heero. Lo dudo, discutimos
por una estupidez, prácticamente lo corrí
Ahora era el rubio quien
miraba a Heero con gesto de reproche, pero al ver la mirada de culpa y
preocupación en Heero se olvida de hacerle cualquier reprimenda
Quatre. Escucha, esperemos
una hora, después volvemos a hablar ¿te parece? Seguramente fue a caminar a
algún sitio
Heero. Sí, tienes razón
Aunque los dos trataban de
mostrarse positivos, tanto Quatre como Heero tenían un mal presentimiento,
sobre todo porque ambos sabían que Traize estaba al acecho, y de que era
cuestión de días para que ese hombre estuviera en la ciudad… Después de una
espera de diez minutos, una llamada al celular de Quatre lo cambia todo, tras
unas breves palabras el rubio cuelga, su rostro estaba casi pálido, Heero se da
cuenta y alarmante se acerca a él, Quatre apenas si le mira y después se
desploma sobre un asiento, ahora más preocupado Heero le mira fijamente
Quatre. Era Trant… Noin
llamó y dijo que Duo tenía cita con ella… pero nunca llegó
La mirada de Quatre estaba
casi perdida y a duras penas tragó saliva, Heero sintió como si el corazón se
le paraba, apenas si logró ahogar un jadeo
Heero. No, no, él… Duo ¿le
pasó algo malo?
Quatre. Quizás…
Heero. ¡No!
Quatre. Heero tranquilízate
Heero. Algo le sucedió,
estoy seguro
Quatre. Pero…
Heero. Y fue por mi culpa
Desconcertado y con la
misma mirada perdida de hace media hora, Heero se sienta a dos asientos de distancia
de Quatre, pensando, mil y una desgracias le venían a la mente y cada vez que
pensaba en una, más culpable se sentía, Quatre no sabía que decir, igual estaba
preocupado, pero intentaba buscar razones más lógicas antes de creer que Duo
había sufrido un accidente o que quizás ya se encontraba en la garras de Traize
Heero. Iré a buscarlo
Quatre. ¿A dónde?
Antes de siquiera voltear a
verlo, el rubio miró a Heero salir de prisa de la sala donde se encontraban,
Quatre se lleva una mano al pecho y suspira profundo
Quatre. Dios, que Duo esté
bien
Al salir del Hospital Heero
corría sin rumbo por la calle donde estaba el frente del edificio, no sabía por
dónde comenzar, pero si sabía que no iba a descansar hasta que Duo estuviera en
sus brazos nuevamente, estaba por perder a un amigo, y no estaba dispuesto a
perder al amor de su vida, sobre todo porque había sido por su culpa que el
trenzado había tenido que vagar por las calles…
Wufei se encontraba al lado
de la cama donde Duo estaba acostado, la regadera del baño se escuchaba
abierta, Traize tomaba un baño mientras él permanecía con la cabeza agachada,
pensando en soluciones para la situación, pero ninguna parecía convencerle, si
llamaba a Heero y le contaba seguramente él llegaría con algunos policías y se
llevarían a Traize por secuestro, si dejaba escapar a Duo entonces Traize
sabría que había sido su culpa y seguramente iba a odiarlo, lo único viable es que
él decidiera apoyar a Traize y así por lo menos el hombre no le haría daño al
trenzado frente a él
Wufei. ¿Estás dormido?...
yo sé que no… Duo, por favor come algo, no quiero que…
Duo. ¡Ya cállate!
El trenzado solo había
levantado la cabeza de la almohada para gritarle a Wufei, el chico se queda
callado después de eso hasta que sale Traize del baño, él entra a la recámara y
después de mirar con desprecio a Duo se acerca a su maleta y saca ropa para
vestirse, haciéndolo ahí naturalmente, después se acerca a Wufei y lo mira
tratando de aparentar indiferencia
Traize. ¿Me dejas hablar
con él?
Wufei. No lo lastimes
Traize. Descuida
Sin decir nada más el
pelinegro sale de la habitación y Traize cierra la puerta, colocándole el
seguro después, se acerca a la cama y sin decir nada sujeta los cabellos de
Duo, lo jala con fuerza para levantarle la cabeza, los ojos violetas lo miran
con desprecio
Traize. Nos vamos de
regreso a casa, arreglo unas cosas con Marshall y ya
Duo. No quiero ir
Traize. No es que quieras
mi amor, te vas conmigo porque eres mi esposo
Duo. Antes muerto que irme
contigo
Traize. Ya veremos
Enojado por el atrevimiento
de su esposo, Traize empuja la cabeza de Duo con igual fuerza y la hunde entre
la almohada, apoyándose como si quisiera ahogarlo, la reacción del trenzado es
de defensa, intentando levantarse, moviéndose con agresividad, pero Traize
aplicaba más fuerza, como si estuviera fuera de sí, mientras que Duo cada vez
se desesperaba más, sentía que iba a morir, pero no podía hacer nada, Traize
reacciona y lo suelta, rápidamente Duo levanta su cuerpo de la cintura para
arriba, con los ojos ampliamente abiertos y comienza a jalar aire, asustado y
temblando gira un poco su cabeza hacia Traize, observando como éste se había levantado
de la cama, le vio pasarse una mano por el cabello, y a pesar de que le daba la
espalda, le dio la impresión de que su aún esposo estaba igual de desconcertado
que él…
Aunque llevaba varios
minutos corriendo, Heero sabía perfectamente que no tenía rumbo ni destino,
aunque su objetivo era encontrar a Duo, aún a sabiendas de que hacerlo de esa
manera era casi imposible, no podía acudir aún a la policía porque sabía que no
le iban a hacer caso puesto que no tenía mucho de desaparecido… cuando se cansa
de los pies el ojiazul se detiene apoyándose en un poste, respirando con
dificultad, después de tomar un poco de aire levanta la cabeza y mira hacia el
cielo, empuñando con fuerza las manos
Heero. ¡Duooooooo!
En su mirada se reflejaba
la preocupación, se sentía angustiado, por su culpa Duo no estaba ahí con él, y
seguramente algo le había sucedido, todo porque él no era más que un imbécil,
porque no sabía controlar su carácter debido a su falta de convivencia social,
le costaba bastante relacionarse y por eso solía comportarse como idiota, ahora
por esa estupidez seguramente perdería a Duo, aunque no podía concederse esa
clase de pensamiento no lograba pensar en otra cosa…
Más tarde, Quatre entra de
nuevo en la habitación, Trowa estaba despierto, miraba por la ventana, al oírle
entrar no volteó a verlo, aunque su expresión había cambiado levemente al saber
al rubio cerca, Quatre se sienta en la silla junto a la cama e intenta sujetar
la mano de su novio, pero él la quita antes, subiéndola a su abdomen
Trowa. Vete a casa a
descansar
Quatre. No, quiero estar
contigo
Trowa. Por favor…
Quatre. Yo sé que te has de
sentir…
Trowa. No sabes nada de
cómo me siento
Al oír las duras palabras
del ojiverde, Quatre se sorprende y a la vez entristece, bajando enseguida la
mirada, después un silencio horrible les invade
Trowa. Perdóname Quatre, no
te mereces que te trate así, yo te amo y…
Quatre. Lo sé, también te
amo, por eso te comprendo, aunque no sepa qué piensas, pero sé cómo te sientes
Enseguida la pálida mano de
Quatre sujeta la de Trowa sobre su abdomen y se la coloca en el pecho, sobre el
corazón, el ojiverde nota la agitación y voltea a verle por primera vez,
encontrando en el rostro de su novio algunas lágrimas y una mirada entristecida
Quatre. Siento… tristeza…
coraje y miedo… demasiado miedo
Las lágrimas del rubio caen
más rápidamente que antes, Trowa abre su ojo ampliamente, sorprendido de
aquella descripción, era exactamente lo que sentía, sentía tristeza, sentía
coraje, pero sobre todo sentía miedo, todo su ser temblaba ante la idea de la
muerte, aunque había querido convencerse de que podía tomárselo con
resignación, incluso como una mala broma de la vida, pero no podía engañarse
así mismo, ni siquiera para hacerle menos terrible su sufrimiento a Quatre
Trowa. No me quiero morir
Quatre lo mira fijamente,
asiente un par de veces y cerrando sus ojos aprieta con fuerza la mano de su
novio, ahora con sus dos manos, Trowa levanta su otra mano y acaricia la cabeza
del rubio
Trowa. No llores mi amor…
por favor
Sin responder el rubio
continúa llorando, ya no podía más, sentía que él también moriría en cualquier
momento, quería morir igual que su novio, no quería abandonarlo, tampoco quería
estar solo, aunque tenía a Duo a su lado, sin Trowa sentía que se iba toda su
vida y ya nada le importaba, ese era su verdadero sentimiento…
Las horas pasan sin que
Heero se dé cuenta, continuaba en la calle, sentado con la espalda contra el
poste en el que se había detenido después de correr, sus ojos estaban como
perdidos, incluso tenía la nariz roja y no le tomaba importancia, se veía
débil, la gente pasaba por ahí y le miraba curiosa, pero Heero no les ponía
atención. Minutos después un policía vial se acerca a él, moviéndolo
ligeramente, el ojiazul voltea a verle
Policía. ¿Se encuentra
bien?
Heero. No…
Policía. ¿Le puedo ayudar
en algo?
Después de algunos segundos
en que Heero permanece inmóvil, por fin reacciona, poniéndose rápidamente de
pie, sujetando los hombros del policía con ambas manos, éste al principio se
sorprende pero después intenta tranquilizar al ojiazul
Heero. Perdido… hay alguien
perdido
El hombre enarca una ceja,
dudando por unos momentos del estado mental de Heero, pero al ver las pupilas
despiertas del muchacho se lo toma en serio
Policía. No me corresponde
a mí, pero acompáñame y te llevo a donde te pueden ayudar
Sin decir nada, Heero solo
afirma con un gesto y ambos se encaminan hasta la jefatura de policía más
cercana, después el hombre se va deseándole suerte, Heero entra rápidamente al
tiempo que saca una foto de Duo de su cartera, dirigiéndose al primer hombre
que ve en su camino, anteponiendo la foto a su rostro
Heero. Desde ayer en la
mañana no aparece
Aquel hombre mira a otro
cerca de él al oír al ojiazul y asiente, entonces pasan a Heero y lo sientan
frente a un escritorio para que cuente que pasó, después que el ojiazul lo diga
todo nuevamente comparten miradas los dos hombres y el primero a quien Heero se
dirigió lo mira fijamente, entrelazando sus manos
Policía. ¿Tiene idea de donde
podría estar?
Heero. Ninguna
Policía. Le seré sincero,
como me cuenta que discutieron es probable que él se esté escondiendo de usted
y aún es poco tiempo para que se le declare desaparecido, necesita esperar unas
horas más
Aquella respuesta hace enojar
a Heero que enseguida se levanta de la silla, mirando con molestia al hombre
que estaba a su frente
Heero. ¡Usted…!
Policía. Cálmese… entiendo
que esté desesperado, pero no se puede levantar el acta, va contra el
reglamento
Heero. ¡Ineptos!
Más enojado aún Heero se da
media vuelta para marcharse pero la voz del policía lo detiene
Policía. Puede irse a otra
delegación e intentar levantar el acta, pero se la negarán, si miente y dice
que se perdió antes ensuciará las pistas, usted decide si quiere que aparezca o
no
Heero duda unos instantes,
con la espalda frente al rostro del hombre que le hablaba, con enojo después de
unos momentos empuña sus manos y poco a poco se gira hacia el policía, avanza hacia
él y extiende la fotografía, el policía la agarra, dejándola sobre el
escritorio
Policía. Venga mañana a
levantar el acta, nos quedamos con la foto en tanto no se levante el oficio
real
Heero. Gracias
Cabizbajo Heero sale por
fin de la delegación, comenzando a caminar rumbo al Hospital donde estaba su
amigo, si se comportaba infantilmente no sería de ayuda en encontrar a Duo, y
él ya no quería sentirse más culpable de lo que se sentía…
Igual que el día anterior
el trenzado estaba acostado sobre la cama, con el rostro hundido entre la
almohada, Wufei también estaba igual que antes, sentado junto a la cama, ahora
con la charola del desayuno, pero Duo no quería nada de comida, mientras tanto
Traize estaba en la sala, tomando café y leyendo el periódico. Ante la total
calma de la escena, el teléfono suena fuertemente, Wufei enseguida se levanta
para cogerlo y contestar
Wufei. Diga
Marshall. No has llegado
aún Wufei
Wufei. Lo siento, se me
presentó un…
Marshall. No me importa,
ven a trabajar o te despido
Wufei. Está bien, voy para
allá
El chino cuelga el teléfono
y se pone de pie, dejando la charola con el desayuno sobre la silla donde antes
estaba sentado
Wufei. Voy a trabajar, por
favor come algo
El trenzado no responde
nada, aunque por dentro se sentía nervioso, aunque no lo quería aceptar, con el
pelinegro ahí tenía cierta certeza de que Traize no le haría nada, porque Wufei
estaba sirviendo de mediador y eso era un pequeño alivio. Wufei mira al
trenzado unos instantes y después sale de la habitación, Traize le miraba
fijamente
Traize. ¿Sales?
Wufei. Llamó Marshall
Traize. Ese imbécil
Wufei. Vuelvo más tarde…
Traize por favor…
Traize. Lo sé, que no le
haga nada al idiota
Wufei. Sí, por favor, te lo
suplico
Traize. Vete ya
Mostrándose triste el
pelinegro baja la mirada unos instantes antes de darse media vuelta, Traize lo
mira también unos momentos
Traize. Wufei…
El ojinegro voltea hacia
Traize lentamente y ambos se miran a los ojos
Traize. Nada
Fingiendo indiferencia le
da la espalda y se aleja, a Wufei le tiemblan los labios unos momentos, como si
quisiera decir algo, pero se arrepiente y sale enseguida del departamento. Duo
oye el ruido de la puerta cerrarse y sus manos comienzan a temblar, después oye
los pasos de su esposo acercarse a la habitación y siente un dolor en el
estómago, luego cuando confirma por el ruido que Traize ha entrado a la
habitación le tiembla el cuerpo por completo
Traize. ¿Por qué me odias?
Aquella pregunta le suena
tan ridícula a Duo que casi estuvo a punto de reír, su esposo era un cínico,
pues era él quien mostraba cada vez más desprecio hacia él. Sin levantar mucho
la cabeza de la almohada el trenzado responde
Duo. Yo no te odio Traize
Traize. Mentira, eres un
maldito traidor… me abandonaste y corriste a los brazos del primero que se te
cruzó, nunca te lo voy a perdonar
Con enojo Duo aprieta con
fuerza sus puños en las sábanas, las palabras de Traize eran por demás
ridículas, pero sabía que si se las decía así entonces él se pondría violento,
por eso Duo se queda callado, sintiendo como el cuerpo de Traize cerca del suyo
se sienta en la cama, después siente con asco como con sus manos le comienzan a
acariciar la espalda por encima de la camisa maltratada, después el aliento de
Traize cerca de su oído
Traize. Demuéstramelo
Sin esperar respuesta lame la
oreja del trenzado mientras sus manos bajan a las caderas, tomándolas
suavemente, besando después los hombros, haciendo que Duo sienta cada vez más
asco
Duo. No por favor
Suplica Duo cuando siente
esas mismas manos rozar su piel de la espalda por debajo de la ropa, temblaba
nuevamente, no quería que Traize lo poseyera, no más, ya no quería ser usado de
esa manera por alguien que obviamente estaba trastornado
Traize. Cállate… no te
opongas o será peor
Duo. Traize por favor… no
me hagas esto
Aún a pesar de las palabras
de súplica de Duo, Traize continúa tocándolo, levantando cada vez más la tela
de la camisa, la voz del trenzado sonaba entrecortada, aún temblaba. Con un
fuerte movimiento Traize hace que el trenzado quede frente a él, observando los
hermosos ojos violetas húmedos, se agacha sin expresión en el rostro y comienza
a lamerle los pezones, haciendo que Duo se estremezca con horror, quería
resistirse, pero no quería ser golpeado, no quería más violencia, su cuerpo
estaba entumecido de golpes, entonces cierra con fuerza los ojos, intentando
pensar en cosas más agradables, viniéndole a la mente aquel primer beso que se
había dado con Heero, la experiencia cuando éste le había grabado sobre un
lienzo, su voz diciéndole Te Amo, las caricias, los abrazos…
Aquella vez en que
estuvieron a punto de hacer el amor, recordaba la verdadera sensación de
sentirse excitado, la dulzura de los besos sin lujuria, los toques de unas
manos deseadas, el verdadero sentimiento de querer sentirse tocado y amado
Duo. ¡Detente!
Cuando Traize estaba por
desabrocharle los pantalones después de dejar un rastro de saliva desde el
pezón derecho del trenzado hacia el ombligo, se detiene al oír aquel grito,
levanta la mirada y ve a Duo levemente inclinado hacia delante, apretando con
fuerza las sábanas, sus miradas se cruzan y entonces de los ojos violetas
humedecidos comienzan a brotar lágrimas que caen por las mejillas, Traize mira
aquellos ojos y siente una fuerte sacudida, quedándose en shock por unos
momentos, recordándose a sí mismo hace algunos años, con el cuerpo desnudo y
maltratado, observando como succionaban con violencia su miembro mientras
gritaba por un poco de compasión, recordando el asco, la humillación
Traize. No sigas…
Susurra levemente, Duo
frunce el entrecejo unos segundos, los labios le temblaban y sentía pena por
ver aquella mirada azul tan llena de miedo y horror
Traize. Para ya… me duele
Como si estuviera en otro
lugar, Traize se levanta de la cama, llevándose las manos hacia el cabello,
después hacía los brazos, Duo lo mira asustado, Traize parecía loco, perdido
Duo. ¿Traize?
Enseguida Traize voltea
hacia Duo, infringiéndole más miedo del que sentía antes
Duo. ¿Estás bien?
Traize. Tú…
Duo. ¿Yo? No… Traize
Traize. ¡Tú tienes la
culpa!
Completamente furioso
Traize se acerca a Duo y le da una bofetada tan fuerte que a Duo se le manchan
los dientes de sangre, asustado el trenzado le mira, Traize estaba hecho una
furia y él no sabía por qué
Duo. Traize ¿Qué te sucede?
Antes de que Duo pueda
ponerse en alerta, Traize se sube a la cama y se le encima, privándolo de la
movilidad de las piernas, soltándole una bofetada menos intensa que la primera,
el trenzado lo mira asustado
Duo. Soy Duo ¿recuerdas? No
te estoy haciendo daño
Traize. Sé que eres Duo… y
ya recordé… tú tienes la culpa
Miles de imágenes confusas
pasan ante la mente de Traize, recuerdos que habían estado escondidos en lo más
profundo de su cabeza, enterrados ante el horror que le representaban, y ahora
sabía porque detestaba tanto al chico frente a él. Algunos recuerdos en
especial le hacen ver el horror de su realidad
- Recuerdos -
Caminaba como siempre de
regreso a su casa, antes de llegar y entrar encuentra la puerta abierta,
escuchando algunas voces decide no entrar, entonces ve desde el umbral a su
padre hablando con un hombre a quien nunca ha visto y que su padre se refiere
como señor Maxwell, ambos se escuchan charlando normalmente, entonces se acerca
más para oír
Maxwell. Sabes muy bien que
yo estoy al tanto de tus problemas
Kushrenada. Me alegra que
lo tomes tan bien
Maxwell. El pasado es el
pasado, debemos ver por los intereses de ahora y por nuestras familias
Ve como ambos hombres
chocan sus vasos después de reír
Maxwell. Al principio le
costó entenderlo a mi mujer, pero es obvio que no sabe de negocios, además Duo
es pequeño y no sabe lo que es mejor para él
Kushrenada. Y Traize no es
muy listo como para captar
Recordaba el coraje que
había sentido, él no era ningún tonto y su padre sin embargo sí era un completo
idiota, diciéndole siempre lo que tenía que hacer, poniéndole al frente siempre
lo que tenía que hacer, era molesto
Maxwell. Bien, supongo que
me retiro, los detalles los veremos después, el viaje ha sido muy largo
Kushrenada. Te acompaño
Enseguida quiso huir para
que no lo descubrieran husmeando, pero fue tarde y cuando dio algunos pasos su
padre y aquel hombre salieron de la casa, enseguida vio la expresión de
indignación de su padre, después una bofetada por parte de éste
Kushrenada. Cretino, solo
eso sabes hacer
Maxwell. Calma, es solo un
niño, seguro no lo hizo con la intención
Kushrenada. Agradece
inútil, el señor Maxwell es un caballero
Traize. Lo lamento
Kushrenada. Pídele perdón
formalmente
Maxwell. No es necesario
Kushrenada. Debe educarse y
aprender modales, además seremos algún día familia
Recordaba el desconcierto,
la mirada que le había dirigido a su altanero padre
Kushrenada. No pongas esa
cara, tú y Duo van a casarse, éste señor es su padre
Traize. ¡No! Duo es un
niño, a mí me gustan las niñas
Kushrenada. ¡Insolente!
Antes de que el padre de
Traize le pegara de nuevo, el padre de Duo estira su mano y se interpone, el
otro hombre le mira y tose discretamente
Kushrenada. Lo siento, es
verdad. Entonces si será necesario que acompañes al señor hasta su casa, debes
ser educado
Traize. No quiero
Kushrenada. ¡Es una orden!
Le llevarás el equipaje, no quiero rebeldía
Traize. Entiendo
Después de despedirse ambos
hombres, Traize agarra las dos maletas del señor Maxwell que estaban cerca de
la puerta y las lleva, había veinte minutos de camino a pie entre ambas casas,
Traize estaba enojado, lo recordaba, porque su padre lograba colmarle la
paciencia, era mezquino y ruin, él lo odiaba. Al llegar a la casa, el padre de
Duo abre, pero al entrar y gritar el nombre de su esposa nadie sale, solo una
sirvienta que le da la bienvenida
Maxwell. Pasa, te ofrezco
agua
El señor pide agua para
Traize y otro sirviente se lleva las maletas, Traize bebe el agua e intenta
irse, pero el padre de Duo le coloca una mano sobre el hombro y él voltea
Maxwell. Duo no tarda,
espéralo
Traize. Tengo tarea
Maxwell. No creo que tarde,
anda, siéntate
A regañadientes Traize se
sienta, mirando hacia el jardín de la casa, entonces siente que alguien se
sienta a su lado, el señor Maxwell le mira y él también
Maxwell. Allá más lejos se
ve la montaña ¿linda no?
Traize. ¿La montaña?
Maxwell. Sí… es hermosa,
cálida
Traize recordaba que estaba
interesado mucho en esa montaña porque en verdad se veía muy hermosa, por eso
no se había dado cuenta de la mano sobre su hombro, del cuerpo más cerca al
suyo, de la caricia discreta en su brazo
Maxwell. ¿Qué opinas de?...
Antes de que termine su
pregunta, Traize se levanta rápidamente del sillón, mirando con desconfianza a
ese hombre que no conocía en absoluto aunque le dijeran que era padre de Duo;
después le ve sonreír
Maxwell. Lo siento
Traize. Debo irme
Maxwell. Duo no tarda
Traize. Le veré otro día,
su escuela está junto a la mía
Maxwell. Vamos, espéralo,
deben hacerse amigos, pronto estarán juntos ¿recuerdas? O no crees que Duo sea
lindo, dímelo
Traize. Se lo repito, me
gustan las niñas
Maxwell. Sí, entiendo… pero
ven otro día a jugar
Sin decir nada aquel día
salió rápidamente de aquella casa, corría, recordaba que había corrido, era
chico, pero sabía que no estaba bien, y aquel acercamiento no le había
agradado, menos que quisieran casarlo con Duo, aunque tuviera una cara linda y
fuera simpático no dejaba de ser un hombre, aquel día se preguntó si ese tal señor
Maxwell acostumbraba a tocar así a su hijo, había visto la mirada odiosa de
quien admira algo cuando aquel hombre le preguntó si Duo no le parecía lindo…
Después de ese día no volvió a casa de los Maxwell sino hasta en dos semanas,
cuando la mamá de Duo les había invitado a comer, ambas familias ese día se
reunían por primera vez, ambas señoras se mostraban contentas del trato que en
unos años se llevaría a cabo, durante años ambos apellidos eran sinónimo de
enemigos pero ahora harían lazos, Duo en ese momento era muy pequeño, solo tenía
6 años, así que no sabía nada del tema, en cambio Traize sí, y no estaba de
acuerdo que le dijeran que hacer y con quien casarse, aunque solo tuviera 11
años sabía que no era justo que decidieran por él, sobre todo porque su padre
era demasiado autoritario, aunque apenas era un niño él ya había decidido que
sería asesor financiero y que estudiaría su carrera lejos de su pueblo natal,
que debía casarse con un hombre a quien apenas si conocía en esos momentos,
entre otras cosas, Traize no podía decidir nada acerca de su futuro
Kushrenada. Traize ¿Por qué
no van tú y Duo a jugar por ahí?
Duo. ¡Si, a jugar!
Sin esperar respuesta
alguna, Duo comienza a correr hacia Traize con los brazos extendidos simulando
que es un avión, al llegar a él lo jala del brazo y le sonríe
Duo. Vamos, vamos
Sin refutar nada Traize
acompaña a Duo, no sin antes sentir que le observan y al voltear ve la mirada
penetrante del padre de Duo, éste le sonríe discretamente pero al parecer nadie
se da cuenta de ello, él intenta hacer como que no le importa pero se siente
inquieto, ese señor no le agradaba en lo más mínimo. Después de un par de horas
en que ambos niños habían jugado, Traize y Duo regresan con las ropas sucias,
el trenzado tenía la cara llena de tierra pero sonreía, aunque bostezaba y se
tallaba un ojo, en la sala se encontraban las mamás de ambos conversando sobre
platillos de comida, en cambio ambos padres alcanzaban a verse conversando
detrás de los cristales en el jardín
Duo. Tengo sueño mamá
Sra. Maxwell. Ve mi amor
como vienes
Duo. Nos divertimos mucho
mamá ¿verdad Traize?
Traize. Sí
Sra. Maxwell. Bueno pero es
hora de bañarte, vamos
Duo. ¡Sí! Mami ¿puede
quedarse Traize a dormir?
Sra. Maxwell. Claro, si él
quiere y lo deja su mamá
Sra. Kushrenada. Por
supuesto que sí
Traize. Pero yo no quiero
Sra. Kushrenada. ¡Por Dios
Traize! Que descortés eres
Completamente indignada la
mamá de Traize se cubre el rostro, sonrojada, en cambio la mamá de Duo ríe
discretamente, dirigiéndose hacia la otra mujer
Sra. Maxwell. Vamos, es un
niño, solo dice lo que piensa
Sra. Kushrenada. Pero…
Sra. Maxwell. Tranquila, si
el niño no quiere no lo obligues
Duo. ¿Por qué no quieres
Traize?
Mostrándose triste Duo se
acerca a su nuevo amigo y lo sujeta del brazo, mirándolo con ternura, Traize lo
mira a su vez y se conmueve de aquella mirada, después de todo Duo no tenía la
culpa de las tonterías que decidían sus padres, además le agradaba mucho
Traize. Está bien, me quedo
Duo. ¡Viva! ¡Viva!
Emocionado Duo jala a
Traize para dirigirlo hacia su habitación mientras ambas mamás los siguen con
las miradas, la mamá de Traize sonreía con triunfo, le gustaba quedar bien con
los demás… al llegar a la habitación Duo se dirige hacia una caja de plástico
cerca de la cama y la abre, mete sus manos y saca algunos juguetes
Duo. Tengo muchos
Contento comienza a sacar
más juguetes, a excepción de Quatre, el trenzado no tenía verdaderos amigos y
nadie además del rubio lo visitaba en su casa, así que estaba contento de tener
a Traize ahí, incluso había olvidado que su mamá quería que se bañara, Traize
se acerca a él mostrándose un poco aburrido porque Duo tenía solo juguetes
apropiados para su edad y a él no le llamaban la atención esos juguetes, sin
embargo juega con él, incluso había perdido la noción del tiempo. Cuando la
mamá de Duo entra en la habitación se muestra molesta aunque no lo estaba,
dirigiéndose a Duo
Sra. Maxwell. Mi amor ¿no
te has bañado?
Duo. Estamos jugando mamá,
mira
Como si se tratara de un
asunto serio el trenzado alza sobre su cabeza un robot de plástico para
mostrárselo a su mamá y que le crea lo que le dice, ella intenta no sonreír
pero falla
Sra. Maxwell. Ya vi, pero
quiero que te bañes, ahorita
Duo. Pero mami…
Sra. Maxwell. Después de
cenar vuelven a jugar
Duo. ¡Sí! Quiero cenar
waffles
Emocionado se levanta del
suelo y corre hacia el mueble de su ropa, saca lo que necesita y sin cerrar el
cajón corre al baño, cuando se cierra la puerta su mamá voltea hacia Traize y
éste a su vez la mira
Sra. Maxwell. Mi esposo fue
a llevar a tus papás y va a traerte ropa
Traize. Gracias
Sra. Maxwell. Eres un buen
chico, estoy segura de que harás feliz a Duo
Como aún Traize no
asimilaba el hecho de que tuviera que casarse con aquel niño no responde nada y
entonces la señora se va, cuando lo ha hecho él se levanta del suelo y comienza
a guardar todos los juguetes, al terminar recorre la habitación, mirando con
atención todas las cosas, sobre un buró se encuentra una fotografía de la
familia donde estaba Duo y sus papás, en la foto el trenzado estaba sentado en
las piernas de su mamá y el papá estaba atrás de su esposa sujetándole los
hombros, todos sonreían y miraban a la cámara, Traize mira detenidamente esa
foto, observando la mirada fija del papá de Duo, y como ese señor no le
agradaba voltea hacia abajo la imagen. Minutos después sale el trenzado del
baño, su cabello suelto escurría agua y su rostro ya no tenía tierra
Duo. ¡Estoy limpio Traize!
¿Ya me viste?
Traize. Si Duo, estás
limpio
Duo. Y tú sigues sucio
Con su risa infantil Duo se
burla de Traize y éste sonríe, el trenzado era muy simpático y gracioso, además
era bonito, quizás cuando crecieran podía darse por fin la idea de que debían
casarse y él llegaría a gustarle, pero en aquel momento solo pensaba en el
quizás, momentos después se oye la voz de la mamá de Duo a través de la puerta
llamándoles a cenar
Traize. No puedo bajar
sucio
Duo. Es verdad, ponte mi
ropa
Traize. No me queda, eres
enano y flaco
Duo. No soy enano, todavía
me falta crecer
Alzando su mano el trenzado
indica a su nuevo amigo que aún podía crecer por encima de su cabeza, éste
sonríe y asiente con la cabeza
Traize. Me dijo tu mamá que
me van a traer ropa ¿vas por ella abajo?
Duo. ¡Sí! Yo soy más rápido
que un rayo
Emocionado por su misión
Duo corre hacia la puerta y desaparece tras ella, entonces Traize suspira
levemente y avanza hacia la puerta del baño, al cerrar esa puerta se quita la
camisa, dirige sus manos hacia los pantalones pero antes de quitarlos escucha
ruidos en la habitación, pensando que es Duo habla a través de la puerta
mientras se baja y quita los pantalones
Traize. Déjame la ropa
sobre la cama por favor
Esperando respuesta se
queda quieto unos momentos, pero como no encuentra ninguna decide continuar con
lo que hacía, pero cuando intenta quitarse la ropa interior la puerta del baño
se abre ya que no le había colocado el seguro. Al ver la figura del señor
Maxwell observarle desde aquel punto, Traize se sobresalta e intenta agarrar
sus pantalones, pero la voz del padre de Duo lo detiene
Maxwell. Tranquilo, solo te
traigo tu ropa
El señor Maxwell extiende
la bolsa con ropa hacia el chico y Traize la agarra del otro extremo pero el
hombre tarda en soltarla
Traize. Gracias
Maxwell. No hay porque
Creyendo que por fin el
hombre se va a marchar, Traize se siente aliviado unos segundos, pero aquel
seguía parado donde mismo, observándole el rostro, después un poco más abajo y
después lo recorre de pies a cabeza, como Traize estaba en ropa interior se
intimida, en cambio el papá de Duo sonríe
Maxwell. Has crecido desde
la última vez que te vi, serás muy atractivo cuando seas mayor
Traize. Me quiero bañar,
por favor váyase
Maxwell. No te preocupes,
ya me voy
Sin decir nada más ni
mirarle otra vez el hombre se va, Traize siente que el corazón se le acelera y
aprieta la bolsa con ropa contra su pecho
Traize. Ese señor me asusta
Aunque Traize tuviera 11
años y no sabía muchas cosas acerca del sexo, si sabía que aquellas miradas no
eran buenas, que sentía miedo de ese hombre y que no quería estar a solas con él
nunca más, por eso al día siguiente cuando había vuelto a su casa al mediodía
decide contarle a su papá sobre sus temores y que ese hombre no era bueno, pero
en lugar de comprensión solo encuentra un fuerte golpe por parte de su
progenitor, también algunos gritos de su parte, diciéndole lo mentiroso que
era, porque solo inventaba cosas para eludir sus compromisos, Traize sabía que
su mamá era incondicional a su papá y que si él no le creía entonces ella
tampoco, por eso no le comenta nada. Los días pasan y no vuelve a suceder nada
de lo que Traize temiera, pues no había vuelto a casa de los Maxwell ni había
visto al papá de Duo, y como eran periodos vacacionales tampoco había visto al
trenzado…
Cierto día Traize se encontraba haciendo sus tareas de vacaciones de
verano cuando su mamá había entrado en la habitación para decirle que tenía una
invitación por parte de Duo para jugar en su casa, solo que en ésta ocasión no
sería reunión familiar, al principio Traize no había querido aceptar, pero su
mamá le había especificado que no solo iría él sino el amigo de Duo, el hijo de
los Winner, entonces no le había quedado más remedio que aceptar. Al día
siguiente prepara sus cosas para ir a jugar con Duo, todo parecía normal,
incluso hacía un excelente día, el sol brillaba en lo alto, Traize pensaba que
no podían ir las cosas tan mal si no estaría solo, sino con 2 chicos más,
aunque no de su edad pero no podía quejarse, sin embargo su día se amarga
cuando la puerta de la casa la abre el señor Maxwell en lugar de un sirviente
Maxwell. Pero si es Traize,
llegas un poco tarde
Traize. ¿Por qué?
Maxwell. Se adelantaron
porque no llegabas
Traize. Me dijo mi mamá que
a las 4 y apenas son 4 con 10
Maxwell. Amamos la
puntualidad
Traize. Entonces me voy
Maxwell. No Traize, ¿Qué tu
papá no te ha dicho que seas educado? Yo te llevaré a donde están
Traize. Con usted no quiero
ir
Enojado Traize intenta
darle la espalda al papá de Duo, pero éste se adelanta y le sujeta el brazo,
haciéndolo voltear, ésta vez no mostraba su odiosa sonrisa sino una mirada
penetrante y seria, a Traize le intimida y lo mira fijamente
Maxwell. ¿Quieres que le
diga a tu papá lo grosero que eres?
Traize. No por favor
Maxwell. Entonces
compórtate y no seas grosero, anda, vamos
Sin soltarle el brazo lo
jala después de cerrar la puerta, se dirigen a su auto, Traize sube con
desconfianza cuando le suelta el brazo, pero no comenta nada, el hombre también
sube y arranca lento, en el pueblo no se acostumbraba a que los autos fueran a
alta velocidad, en el trayecto el papá de Duo comienza a hablar pero Traize no
le prestaba mucha atención
Maxwell. Habían querido
jugar en casa pero Duo y Quatre juntos son muy inquietos, así que mi esposa
quiso que los llevaran de día de campo, excelente idea ¿cierto?
Traize. Supongo
Maxwell. Quita esa cara,
tan lindo que eres, sin sonrieras más como Duo serías más lindo
Traize. No me importa
Maxwell. Vamos, no te hagas
el duro, eres aún muy pequeño
Como si quisiera hacer
algún ademán agradable el hombre estira su mano y da dos palmadas a la pierna
izquierda de Traize, éste enseguida reacciona y la quita, entonces el hombre
ríe divertido
Maxwell. Tranquilo, es solo
un gesto
El resto del recorrido
ninguno vuelve a hablar, a Traize le parece que ha conducido demasiado y le
parece extraño que todavía no lleguen a su destino, pero entonces cuando decide
preguntar si falta mucho el auto se detiene en un campo libre, había sembradíos
de algunas hortalizas pero nada más, intrigado Traize se dirige a su futuro
suegro
Traize. ¿Aquí están?
Maxwell. Sí, vamos
Ambas puertas se abren y
los dos salen después, volviendo a cerrar las puertas cuando bajan, el señor
Maxwell comienza a caminar y Traize lo sigue, preguntándose hasta donde se
encontrarían Duo, Quatre y las señoras, pero después de minutos de caminata el
hombre se detiene, dándose media vuelta hacia Traize, volviendo a sonreír con
esa mueca que Traize tanto detestaba, el hombre le miraba fijamente
Traize. ¿Dónde están?
Maxwell. Fueron a un
balneario
Traize. ¿Qué?
Maxwell. Es fuera del
pueblo, en provincia
Traize. ¿Y estamos cerca?
Maxwell. No, lejos, desde
un principio no estabas invitado
Traize. Es usted muy
malvado
Maxwell. No es verdad, no
seas grosero
Haciéndose la víctima el
papá de Duo se acerca a Traize y se hinca frente a él, colocándole ambas manos
sobre los hombros, mirándolo a los ojos
Maxwell. Eres muy lindo
Traize, deberías ser más amable
Como si quisiera darle
alguna buena enseñanza, el señor Maxwell se muestra tranquilo y amable, su mano
derecha sobre el hombro izquierdo de Traize se mueve de arriba abajo, después
rápidamente y sin dar tiempo a reaccionar se posa sobre la entrepierna del
chico, enseguida los ojos azules se abren ampliamente y Traize intenta
alejarse, pero el hombre aprieta más la mano sobre el otro hombro
Maxwell. No te asustes
Traize. No me toque ahí, es
malo
Maxwell. No es malo,
tranquilo
Traize. Usted no es bueno
Maxwell. Claro que lo soy
Llevando sus dos manos al
rostro de Traize atrae su cabeza hacia él, besándole la frente, después dos
veces en la nariz, Traize tiembla e intenta alejarse, pero el hombre vuelve a
colocarle las manos en los hombros, mirándole a los ojos
Maxwell. Me provocas
Traize, me excitas
Traize. No le entiendo
Maxwell. Quiero hacerte
cosas, va a gustarte, lo prometo
Traize. No quiero
Maxwell. Es un juego
divertido, solo tú y yo
Los ojos de Traize
comienzan a humedecerse cuando su cuerpo se paraliza al sentir los labios del
papá de Duo sobre los suyos y las manos grandes y ásperas sobre su pecho bajo
la camisa, sujetándole después la cintura
Traize. No por favor, no
haga eso
Maxwell. Tranquilo,
relájate ¿sí? No te voy a lastimar
Nuevamente le da algunos
besos en el rostro, intentando tranquilizarlo, pero el cuerpo entero de Traize
comienza a temblar y sus ojos comienzan a derramar lágrimas, el razonamiento de
Traize no era aún tan grande para entender que quería hacerle aquel hombre, no
sabía de la finalidad de aquellos besos y caricias, jamás había oído hablar de
penetración, coito o eyaculación, pero sabía que aquellas cosas que le hacía el
papá de Duo estaban mal, que no era normal que le comenzara a quitar la ropa,
que se quitara la suya, y no quería verle desnudo, pero sin pudor el hombre se
muestra, con una creciente erección que Traize no comprende
Traize. Ya basta
Maxwell. Aún falta lo mejor
Tomándolo de los hombros lo
acuesta en la hierba boca arriba, las lágrimas no dejaban de caer, pero Traize
no se oponía físicamente, estaba demasiado asustado como para hacerlo, solo
rogaba que se detuviera, le suplicaba porque dejara de tocarlo, pero el hombre
no le hacía caso, continuaba besándolo, ésta vez le lamía los pequeños pezones,
bajaba más y después le agarraba su pene para chuparlo, Traize temblaba aún
más, sentía un extraño cosquilleo en el abdomen y su pene quemaba, veía
asustado como también se ponía erecto, jadeaba, pero no sentía placer alguno,
solo miedo y asco, su vista se nubla cuando siente que un choque eléctrico le
recorre el bajo vientre y se retuerce, cada vez sentía más miedo ¿Por qué le
sucedía aquello? Un líquido blanco extraño brotaba de la punta de su miembro y
el hombre lo comía, Traize no entendía porque, solo sabía que sentía asco
Maxwell. Delicioso
Traize. Déjeme ir… ya no
siga, no me chupe
Maxwell. Ya no lo haré, tranquilo
Para intentar
tranquilizarlo le besa los muslos, después las piernas, baja a sus rodillas y
después de acariciarlas le separa las piernas, hincándose en la hierba, se
acomoda entre las piernas del chico y dirige su miembro al virgen y estrecho ano,
Traize tiembla todavía más, le chocaban los dientes
Traize. No… no me haga nada
malo
Maxwell. Ya te dije que no
es malo, te va a gustar, es un juego
Traize. ¿También juega a
esto con Duo?
La mirada del hombre se
ensombrece y no contesta a la pregunta, tan solo se concentra en terminar su
sucio trabajo, comenzando a penetrar a Traize, cuyo primer grito se escucha
fuertemente, su cuerpo por completo se arquea al frente y sus ojos se abren con
amplitud, su estrechez hace que al papá de Duo le cueste entrar aunque sea un
poco
Traize. ¡Nooooo! Me duele…
arde
Maxwell. ¡Oh!... sí
Lentamente se abre paso
entre las paredes anales, logrando entrar más de la mitad, Traize se agarra con
fuerza de la hierba, enterrando sus uñas en la tierra, su rostro estaba
completamente rojo y sus piernas temblaban tanto que no tenía ningún dominio
sobre ellas, entonces Traize suelta el llanto
Traize. ¡Déjeme!... duele
mucho… me voy a morir
Maxwell. Disfrútalo niño
Traize. Me voy a romper
Sin piedad alguna el hombre
logra introducirse por completo, ocasionando otro grito de horror y de dolor
por parte de Traize, lloraba sin control, no sabía porque el señor Maxwell
quería jugar con él algo tan feo, él no quería seguir con eso, se sentía avergonzado
y tenía más miedo que antes.
Por algunos segundos cree
que aquello terminó cuando siente un pequeño alivio al momento que el señor
Maxwell saca un poco su miembro, pero nuevamente siente horror al tenerlo otra
vez dentro, comenzando con un dolor antes no experimentado, era como si un gran
peso cayera sobre él, pero en éste caso entraba en su cuerpo, le abría con
violencia aquella parte de su cuerpo que jamás creyó que sería profanada y le
partía el cuerpo a la mitad
Traize. ¡Ya no!...
¡Sáqueloooo!
Una sacudida le hace
callarse de golpe, y nuevamente siente ardor y humedad, sin darse cuenta que la
hierba comenzaba a mancharse de sangre, unos cuantos espasmos le hacen
sacudirse, sus ojos casi volteados miraban a la nada y sentía que las palabras
morían en su garganta, poco a poco sus manos sueltan la tierra y deja de
gritar, solo balbuceaba, de pronto siente más humedad y extraños sonidos por
parte del papá de Duo, escuchaba el soplar del viento que movía las hojas de
los árboles y sin darse cuenta sus ojos se cerraban solos, el dolor se sentía
cada vez más lejano… Al abrir nuevamente sus ojos la puesta del sol estaba por
ponerse, sintió su cuerpo desnudo y entonces supo que no fue un sueño, intento
moverse y un horrible ardor en su trasero lo detuvo, las lágrimas se le salían
por las orillas de los ojos
Maxwell. No intentes
moverte bruscamente, sangraste más de lo que creí
Traize. ¿Por qué? Yo no
quería ¿Qué me hizo?
Maxwell. Son cosas de
adultos ¿te gustó?
Traize. No… usted es muy
malo
Maxwell. No seas tonto, así
es la primera vez, pero después…
Traize. ¡NO! Le diré a mi
papá
Nuevamente comenzaba a
llorar, sentía demasiada vergüenza, sentía asco de sí mismo
Maxwell. No le dirás nada
Traize. Si lo haré
Maxwell. No seas estúpido,
no te creerá, y si lo hace yo sé cómo hacer que tu familia quede en la calle
¿entiendes?
Traize. Maldito
Maxwell. Los niños no dicen
esas cosas, vamos, vístete
Traize. Me duele
Maxwell. Deja te ayudo
Cuando el hombre intentaba
acercarse a Traize éste grita con fuerza que se aleje, no quería que lo
volviera a tocar, en ninguna parte de su cuerpo y éste obedece, ya había
obtenido lo que quería por ese día. Cuando había logrado ponerse en pie el
señor Maxwell le obligó a detener su sangrado con un calcetín y por encima a
ponerse la ropa, Traize ni siquiera podía caminar, ardía demasiado, había
tenido que irse acostado en el asiento de atrás, con el pecho sobre el sillón,
llorando quedamente mientras oía la orden por parte del papá de Duo a que
dijera que se había caído y que por eso caminaba con dificultad…
Esa había sido la primera
pero no la última, el hombre aquel le había vuelto a hacer lo mismo un mes
después de aquella primera vez, obligándole en esa ocasión a practicarle sexo
oral, en las otras ocasiones comenzó a ponerse agresivo, a reír cuando le oía llorar,
y cuando llegó casi a su fin aquella tortura supo la respuesta a su pregunta de
aquella vez "¿También juega a esto con Duo?", y es que en una ocasión
cuando le obligó a hacerle sexo oral, entre gemidos le escuchó llamarle Duo,
como si fuera su hijo quien hacía esas cosas; en otra ocasión lo obligó a usar
una camisa de su hijo mientras lo penetraba; y en otra vez lo obligó a llamarle
padre; así supo que con Duo no jugaba, después supo por parte del mismo señor
Maxwell que él no era el único niño al que había tocado, que solía elegir a
niños y niñas de cabello castaño y les obligaba a llamarlo padre cuando los
tocaba, porque el señor Maxwell deseaba a su hijo, pero jamás lo había tocado,
por eso descargaba en otras personas sus frustraciones sexuales.
En ese momento Traize no lo
entendió de ese modo, pero conforme pasó el tiempo supo que significaba todo
eso, aunque su mente encerró todos esos recuerdos en lo más profundo, lavó las
heridas y el olvido curó su dolor, pero solo por algunos años, ahora todos sus
recuerdos volvían, ahora con dolor sabía que después de enterado su padre lo
permitió, pero solo pasó una vez más, antes de que él dejara el pueblo para
irse a estudiar
- Fin Recuerdos -
Duo. ¡Mentiraaa!
El trenzado no podía creer
lo que Traize le contaba, su padre no era un ser horrible capaz de semejantes
atrocidades, incluso temblaba del coraje, seguramente su esposo lo estaba
inventando para hacerlo sufrir, sí, seguramente se trataba de eso, y él no lo
iba a permitir
Traize. Créelo, tu padre es
un asqueroso, siempre quiso tenerte
Duo. ¡Cállate!
Tapándose los oídos con
fuerza y cerrando los ojos intentaba no hacerle caso al lunático de su esposo,
Traize estaba loco, demente, e inventaba estupideces para hacerlo sufrir, él
era el ruin, él era el asqueroso, él era el violador, su padre no, él era un
hombre bueno, es cierto que llegó a pegarle, pero nada más, jamás le había
mirado mal, jamás le había tocado, jamás le había hecho nada indebido
Traize. No sé porque nunca
te violó, pero siempre deseó hacerlo
Duo. Basta, no digas esas
cosas ¡Mentiroso!
Traize. Ahora lo recuerdo…
juré que me vengaría, te haría sentir lo que él me hizo a mí y que debió ser
desde un principio para ti… pero lo olvidé… ahora ya lo sé, y cumpliré… Te odio
Duo, te odio
Con su mirada de maniático
se acerca otra vez a Duo e intenta morderle el cuello, pero antes de que lo
logre el trenzado lo aparta con una mano sobre el rostro y con la otra le da
una bofetada, Traize abre ampliamente los ojos
Traize. Me pegaste
Duo. No me toques… me das
asco
Traize. ¡Yo también sentí
asco! Muchas veces
Duo. Deja de decir mentiras
Traize. ¡No soy mentiroso!
Como enajenado Traize
agarra ambos brazos de Duo y con fuerza se hace hacia delante dejando caer su
peso para que los brazos del trenzado queden atrapados entre sus manos y las
sábanas, Duo intenta decir algo pero se detiene al ver los ojos a punto de
derramar lágrimas que Traize le muestra
Traize. Solo tenía 11 años
Comenzando a llorar Traize
agacha su cabeza hacia el hombro de Duo, aflojando un poco sus manos, Duo no
puede creer que Traize esté llorando así y entonces se cuestiona si
efectivamente está mintiendo o no, el trenzado se queda callado mientras Traize
llora…
Heero había vuelto al
Hospital, Trowa dormía por el efecto de las medicinas y Quatre ésta vez
esperaba afuera porque Catherine estaba cuidando de su hermano, al ver el rubio
a Heero se levanta rápidamente de la silla y sonriente se acerca
Quatre. ¿Noticias?
Heero. Ninguno, aún no lo
pueden dar por perdido
La respuesta de Heero no
causa el efecto en Quatre que él esperaba, el rubio le vuelve a sonreír
mientras le mira con pasividad, el ojiazul le mira fijamente, había algo raro
en el novio de su amigo, pero por el momento no comenta nada
Quatre. Duo está bien, todo
está bien ¿tienes hambre? No he comido mucho que digamos, vamos
Más tranquilo de lo normal
Quatre agarra a Heero por el brazo para sorpresa del joven pintor y lo arrastra
hacia la salida, Heero no deja de observarle mientras el rubio avanza por
delante de él sin soltarle del brazo
Quatre. Venden unas carnes
muy buenas por aquí
Heero. ¿Estás bien?
Quatre. Hace mucho que no
me sentía tan bien, pero calma, cuando pruebes el filete valenciano te vas a
calmar… a Duo le encanta la carne ¿sabías?
Reconociendo el colmo en la
actitud de alguien, y sobre todo conociendo lo que conocía de la personalidad
de Quatre, el ojiazul se da cuenta que es momento de intervenir, ya que no
comienza a agradarle la situación, así que Heero se detiene abruptamente jalando
leve a Quatre del brazo, quien no solo se detiene, sino que da un paso atrás
golpeándose un poco contra el pecho del otro chico, pero se aleja enseguida
Quatre. ¿Qué sucede?
Heero. Algo te sucede
Quatre. ¿De qué hablas? No
alucines
Heero. Parece que quien
alucina es otro
El rubio ríe nervioso ante
el comentario del amigo de su novio, pero al momento no responde nada, solo
sonríe después y aparta la mirada
Quatre. No es nada, solo
estoy algo tranquilo, desesperándome no gano nada y…
Heero. Eso lo sé, pero no
es propio de ti
Quatre. Tú qué sabes, me
voy solo, eres muy antipático Heero
Por primera vez el rubio se
altera un poco y enseguida le da la espalda a Heero, él lo mira unos momentos
antes de dar un par de pasos y sujetar al rubio del brazo, dándole otro pequeño
jalón como el anterior, solo que ésta vez el chico no pega contra su cuerpo,
sino que Quatre se gira rápido y soltándose con fuerza del agarre mira
fijamente a Heero
Quatre. Déjame en paz
Heero. ¿Te drogaste o algo
así? Actúas raro
Quatre. Claro que no, actúo
como siempre, eres tú el raro
Heero. No cambies el tema
Quatre. Digo la verdad, si
casi siempre te haces el que no existo, además no eres precisamente la clase de
persona que habla mucho y sin embargo no dejas de preguntar
Heero. Eres el novio de
Trowa, me importas aunque no lo creas
Quatre. Si claro, a ti solo
te importa Trowa, quizás también Duo
Heero. ¿Quizás?
El ojiazul comenzaba a
perder la paciencia y cada vez se convencía más de que el rubio había ingerido
algo extraño ya que no era propio de él hacer comentarios tan resentidos y
lastimosos, además no sabía que trataba de decirle al comentar que quizás
además de Trowa también se preocupaba por Duo. El rubio sonríe burlonamente,
mientras que Heero permanecía serio mirándole fijamente, las personas que
pasaban por la calle les miraban interesadas
Quatre. Lo que oíste, tu
solo piensas en Trowa ¡por eso me odias!
Heero. Deja de decir
tonterías
Quatre. No son tonterías y
lo sabes, desde que llegué a la vida de Trowa me has odiado, porque él es mío
Heero. Me largo
Las palabras de Quatre le
resultaban tan absurdas que prefería marcharse antes de perder la paciencia y
golpear la tierna y blanca cara del rubio, pero aquel gesto hace que Quatre se
moleste y alterado se acerca a Heero quien le daba la espalda al tiempo que
caminaba de regreso al Hospital
Quatre. Usas a Duo para
disfrazar tus verdaderas intenciones…
Heero continuaba caminando,
tratando de mantener la calma y guardando silencio, no sabía que pasaba, pero ese
no era el Quatre de siempre y estaba casi seguro de que había consumido algún
tipo de estupefaciente
Quatre. ¡Escúchame!
Heero. Déjame en paz
Quatre. ¡Si no es verdad lo
que digo ¿Por qué no le has contado a Duo?!
Aquellas palabras son las
que hacen a Heero detenerse escabrosamente, abriendo los ojos más de lo normal,
Quatre sonríe como si hubiese triunfado amargamente en algo y tranquilo avanza
hacia Heero que parecía estar paralizado, al llegar a su lado le mira unos
momentos y después se pone enfrente suyo, ambos se miran a los ojos
Quatre. No lo sabe ¿verdad?
Duo no sabe de lo que hubo entre tú y Trowa
Heero. ¡Cállate! No sabes
nada
Quatre. Él me lo contó
Heero. No sé qué te contó
con exactitud, pero entre Trowa y yo nunca hubo nada
Quatre. ¡No mientas! Sé que
no me contó todo, algo más sucedió
Heero. No te metas en
asuntos que no te importan
Quatre. ¡Claro que me
importan! Amo a Trowa y nos vamos a casar
Heero. ¿Entonces cuál es tu
problema? ¿Qué no le diga a Duo cosas del pasado que ya no valen la pena?
Quatre. Ahora es que lo
admites ¿cierto? Tal vez aún amas a Trowa
Su última aseveración hace
tirar el agua del vaso a punto de romperse en la paciencia de Heero, quien de
forma brusca se acerca a Quatre, sujetándole de los brazos y sacudiéndolo con
brusquedad
Heero. No te inmiscuyas, no
entiendes nada del pasado y no entiendes nada de lo que sucede ahora, entre
Trowa y yo no sucedieron las cosas que estás pensando, y si nuevamente vuelves
a cuestionar mi amor por Duo perderé mi caballerosidad ¿entiendes?
La mirada azul era tan fría
como jamás Quatre había visto, incluso había sentido que sus rodillas temblaban
ante la escena, quizás había hablado de más, quizás Heero tuviera razón y él
estaba pensando cosas que no debería pensar. Sus ojos aguamarina se comienzan a
nublar y entonces sus lágrimas ruedan lentamente por las mejillas, el ojiazul
reacciona ante aquella mirada y suelta los hombros del más pequeño, el rubio
comienza a tallarse los ojos, soltando el llanto después
Quatre. Era yo quien quería
odiarte pero nunca pude… soy egoísta, no quería aceptar que estuvieras antes
que yo en su corazón
La mirada de Heero se
ablanda, nunca había visto llorar a Quatre por tal motivo, nunca, jamás desde
que se habían conocido habían tocado un tema del cual tampoco Trowa y Heero
hablaban desde hace años. Sin decir nada el ojiazul se acerca a Quatre,
dudándolo unos segundos se anima y entonces le abraza con su brazo derecho,
acercando la cabeza rubia a su hombro izquierdo, Quatre lo duda menos y con su
mano izquierda sujeta la camisa de Heero mientras llora…
Al caer la tarde Wufei
regresa de trabajar más temprano de lo normal, para su sorpresa la puerta no
está cerrada con seguro, y no solo eso, sino que Duo estaba en la cocina,
preparando algo, Wufei no podía creer que aquello estuviera sucediendo, Traize
no se veía a la vista y la situación se prestaba mucho para que el trenzado
pudiera escapar, sin embargo para sorpresa del pelinegro el chico estaba ahí,
cortando verduras
Wufei. ¿Qué pasó?
Duo. Maté a Traize
Wufei. ¡Oh Dios!
Alterado y con gesto de
horror el chino abre ampliamente sus ojos, pero al ver la sonrisa cansada de
Duo siente una extraña tranquilidad, el trenzado continúa cortando
tranquilamente las verduras
Duo. No hagas escándalo, él
duerme
Wufei. ¿Qué pasó? ¿Por qué
no huiste?
Duo. Yo no soy como
ustedes… Traize se puso mal y no pude dejarlo solo
Wufei. ¿Qué tiene?
Duo. Tuvo un ataque de
nervios o qué se yo
Wufei miraba atentamente a
Duo, jamás había sentido tanta admiración por alguien, el trenzado era una
buena persona, demasiado bueno, quizás al punto de ser tonto
Duo. Necesita ayuda, un
psicólogo o algo así
Wufei. ¿Por qué?
Duo. Me contó que de niño
le violaban
Tal declaración deja
estupefacto a Wufei, cuyos ojos enseguida se humedecen y tapándose la boca con
ambas manos gira su cabeza hacia la recámara del departamento, después hacia
Duo cuyo rostro estaba un poco pálido
Duo. Y cree que fue mi
padre
Wufei. ¿Cómo es posible?
Duo. No lo sé… lo único que
sé es que no está bien y que no lo dejaré solo
Wufei. No, vete, huye,
estarán preocupados por ti
El trenzado sonríe ante
tales palabras
Duo. No seas hipócrita, si
contribuiste a que me raptara
Wufei. Pero yo…
Duo. No me expliques nada,
no me importan tus razones, y aunque no lo creas logro entender un poco esa
clase de amor enfermizo que se tienen ustedes dos. Yo solo no quiero ser
alguien que le da la espalda a quien le necesita
Wufei. Eres un buen hombre
Sin decir nada más y casi a
punto de llorar el pelinegro se aleja, dirigiéndose después a la habitación,
donde aún estaba la silla, se sienta en ella y contempla dormir a Traize,
mirándolo con dulzura, acariciándole los cabellos, Duo observa desde la cocina,
sintiéndose mal, quería volver con Heero, abrazarlo, besarlo, entregarse a él,
jamás había estado tan seguro de querer hacer el amor con Heero, aun cuando
todavía sentía el dolor de la resiente violación de su esposo. El trenzado deja
de cortar verduras y se acerca al teléfono de la sala, lo levanta y mira el
auricular unos momentos, indeciso, después de unos momentos marca al
departamento de Quatre, el teléfono suena tres veces antes de ser contestado,
pero no por su amigo, sino por Trant, quien preocupado por todo lo sucedido aún
estaba en el departamento del rubio, ambos se sorprenden de oírse
Duo. ¿Qué haces ahí?
Trant. ¿Dónde estás?
Ambos habían hablado al
mismo tiempo
Duo. No tengo tiempo, solo
dile a Quatre que estoy bien, que en unos días nos veremos, no me busquen ¿de
acuerdo?
Trant. Pero es que…
Duo. Por favor, solo dile
eso ¿sí? Estaré bien
Trant. ¡Duo!
Sin darle tiempo a que le
diga de la situación, el trenzado cuelga el teléfono y después de suspirar
vuelve a dejar el aparato de donde lo había cogido, dirigiéndose a sus verduras
para concluir con la cena…
Después de minutos de haber
llorado, apenado Quatre se aleja de Heero, cuya camisa del frente estaba
arrugada y mojada del lado del hombro, ambos estaban un poco incómodos por el
acercamiento, pero casi enseguida se les pasa, el rubio mira con timidez al
ojiazul
Quatre. Perdón, dije cosas…
Heero. Déjalo así
Quatre. Regresemos
Heero. Si
Ambos comienzan a avanzar,
pero a unos pasos de haberlo hecho el rubio se tropieza cayendo de rodillas en
la acera, Heero se inclina para ayudarlo pero al levantarse Quatre deja caer
sin intención un frasco al suelo, antes de que lo recoja el ojiazul se le
adelanta, después de mirar las pastillas mira al chico
Heero. ¿Antidepresivos?
Apenado el rubio desvía su
mirada de la de Heero
Heero. ¿Tomaste de más?
Quatre. Yo… si no tomo eso
no podré soportarlo
Heero. Quatre…
Quatre. Ya no podía más,
Trowa se me muere, y Duo… Duo desapareció
Nuevamente Heero siente
escalofríos solo de pensar en que al trenzado le pasó algo malo, sin pasársele
un poco por la mente el plan que Duo había hecho de querer ayudar a Traize…
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